lunes, 6 de febrero de 2017

Suerte.

Ya os he contado en nuestro Facebook (por si queréis leerlo) cómo algunas personas me dijeron que el accidente de Lingas había sido mi culpa, porque fue mi idea la de ir a esquiar ese día.

Qué gran verdad. En estos días he escuchado a un par de personas (oigo genial de lejos) que decían cómo podía estar tan entera con lo que había sucedido, que quizás Carlos no estaba tan malo o que quizás, bueno, no lo quería lo suficiente si no estaba toda rota; que ni siquiera había tomado algo para tranquilizarme, ni cuando le operaron y quitaron el bazo ni cuando le volvieron a meter a quirófano por segunda vez ni cuando no despertaba.

No tomé nada para tranquilizarme, estaba triste, muyyy triste, pero no podía estar mal y mucho menos adormilada por pastillas. Quizá una tercera operación hubiera aparecido y tenía que estar sin más, no podía dormirme o llorar porque no me daba la gana, quería estar bien por si se despertaba, por la gente que le quiere y por mis padres que estaban allí a mi lado.

¿Que no lo quiero? Pues no, lo amo con locura. Y por ser una suertuda lo sigo teniendo a mi lado. Pero son cosas que no voy a tener que explicar, no me da la gana convencer a nadie, sin más lo digo y quien me quiera creer que lo haga y el que no pues también, me da bastante igual.



En estos días he cambiado como no creí que haría nunca, no creo ser ya la misma persona, aunque sigo siendo igual para algunas pequeñas cosas. Tengo muchas ganas de llorar, muchas, pero tampoco he podido y quedan todavía muchas por pasar. Prometo hacerlo porque yo no voy de dura ni de entera, yo soy de quejarme y desahogarme y cuando pueda lo haré, estaré un par de meses o más. Jajaja. Palabra.

Carlos no ha estado. No es que estuviera mal, simplemente no estaba. Y cuando estaba, tampoco estaba, porque no se despertaba. Estaba de 12, pero siempre he dicho que de 6.5 que jamás sacaba notables. ¿Por qué lo hice? Porque no podía siquiera pensar que era más de 10 su gravedad y no me he permitido ni un segundo pensar mal, por si se materializaba algo de lo feo que podía pasarme por la mente no me lo iba a perdonar. Ya me pasó cuando Hugo tuvo su Fractura craneoncefálica (no, parece ser que no nos pueden pasar cosillas normales o un poco menos exageradas ). No podía pensar en feo, sólo lo imaginaba bailando, riendo y punto.


Me imaginaba a Lingas por el pasillo de la UCI con esa bata verde y su gotero al brazo enseñando culo mientras cantaba me sube la bilirrubina y bailaba tipo la conga, pierna pá'rriba pierna pá'bajo. Me dió por ahí y me ayudó, todavía me lo imagino y me rio.

Me ayuda a ser como soy, ser como soy.




Quizá la naturaleza ha sido muy sabia y sabía que no podía con algo tan malo y horrible y me dió otra oportunidad de estar a su lado. Jamás podré dar todas las gracias que ello conlleva. Sólo voy a pagarlo viviendo más, no dejando sin abrir ninguna botella ni reservando ninguna prenda para alguna ocasión especial, ahora las usaré sin más, me arreglaré sin más y cada segundo será nuestro segundo.

Por ti, por mí, por nosotros.

Luna.